La primera de estas
eutrapelias la dedicaremos, lógicamente, al primer alimento del que se tiene
noticia. En estas coplillas propongo a los oyentes que adivinen de qué se
trata:
Nuestra
más antigua abuela
pensó
que era cosa sana
y
tras de cogerla ufana.
nos la ofreció,
coquetuela,
Fue
disputa su acertijo
(pero
disputa divina)
y
en ella casi asesina
un
tal Guillermo a su hijo.
No
es ni carne ni pescado
mas
su zumo es exquisito
y
en el plato a algún cerdito
sirvió siempre de
bocado.
Ya habrán adivinado
los inteligentes oyentes que estoy hablando de la manzana. ¿Y de dónde saco yo
que, aparte de ser un sano y honesto fruto, es un buen punto de partida para
esta serie de eutrapelias, o anécdotas, gastronómicas?
Muy sencillo: porque
me voy a permitir glosar algunas de sus cualidades, y cómo ellas se entroncan
directamente con nuestras tradiciones.
Seguramente saben que
estuvo a disposición de Eva en el Paraíso. Pero lo curioso es que la Serpiente
que trató de engañarla, y la engañó por cierto a ciencia y conciencia suyas, no
fue con una pobre e inocente manzana, por más que así lo hayan pintado, sino
con el fruto del árbol del Bien y del Mal, Lo que pasa es que ningún pintor vio
tal árbol y, zás, eligieron la manzana, redonda y coloradita, que se deja
dibujar muy bien. Vamos, que menudo engaño.
Sí, amables
radioyentes: la manzana, aclimatada hoy en todo el mundo y docenas de
variedades, surgió en Asia Central, relativamente cerca del golfo Pérsico, por
donde parece que estuvo el Paraíso Terrenal. Qué casualidad.
La humilde manzana ha
estado siempre ligada a la alimentación humana, bien en su forma directa y
rotunda, bien como parte de la cocina. Lógico, porque mantiene sus propiedades
nutritivas mucho tiempo, como ocurre con los cítricos.
Pero, ah, no hay
manera de que un cocinero pueda preparar una naranja en la variedad de formas
que lo hará con la manzana: en salsa, asada, como relleno... ¿Quién puede
imaginar un cerdito asado sin morder una manzana?
Y aquellos que huyen
de las grasas saturadas que creen que contiene el cerdito asado ―algún
día hablaremos de ello―, seguro que no le hacen ascos a una buena sidra, preparada a la
asturiana, bien con gas, bien “tirada” con habilidad, en cuyo caso el aire que
se mezcla con el líquido mejora sustancialmente su paladar.
La manzana: ¿que
habrían hecho sin ella los Beatles, que la colocaron en su logotipo, como
también lo hizo el ordenador Apple (manzana en inglés)?
¿Cómo habría
descubierto Newton por qué se atraen los cuerpos celestes, si no recibe un
manzanazo?
Y para terminar,
aclaremos lo de la “manzana de la discordia”. Fue ésta no un fruto, sino una
joya de oro en forma de manzana que la diosa de la Discordia ofreció a la más
hermosa de las diosas. Hera, Afrodita y Atenea se la disputaron, y el troyano
Paris se la entregó a Afrodita cuando ésta le prometió la más hermosa de las
mujeres. Claro: la aquea Helena. Y por causa de esa manzana dorada ocurrió la
más célebre de todas las guerras (incluso más que las dos Guerras Mundiales):
la Guerra de Troya.
Para que se vea el
poder de la manzana.
(2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario